José María Irles supervisa una de las zonas de semillero en Semiflor. J.C.M.

«Sin agua, adiós al producto de proximidad»

José María Irles, director de Semiflor Agropecuaria, empresa ilicitana con más de 30 años de trayectoria en el sector, alerta sobre las graves consecuencias de restringir los recursos del Tajo-Segura

Viernes, 30 de diciembre 2022, 07:25

El ingeniero agrícola José María Irles conoce a la perfección lo que significa sacar adelante una explotación exprimiendo el máximo rendimiento a cada gota de agua disponible. Lo lleva a cabo desde hace más de 30 años, los mismos que está ligado a la empresa ... familiar Semiflor Agropecuaria, un referente en la actividad viverista, ubicada en la partida ilicitana de Asprillas.

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Su vínculo con la agricultura le viene de lejos, puesto que antes de que Semiflor fuese una realidad la familia de José María ya cultivaba las tierras que ahora mismo ocupa la finca, que se extiende sobre 50 hectáreas en el término de Elche. Melones, habas y alcachofas eran productos habituales, a los que se sumaba la cría de ganado ovino.

Él y sus hermanos, Javier y Patricia, son los impulsores de la transformación de una modesta instalación agrícola y ganadera, creada por su padre, en una moderna firma, pionera como vivero en Elche. Cuando José María tomó el relevo apostó por la actividad de semillero, especialmente en planta de hortaliza y ornamental. Los vaivenes económicos le obligaron a renunciar a cultivos que dejaron de ser rentables. Hoy en día la alcachofa, fuera de lo que es la actividad viverista, sobresale como producto estrella en las tierras de los Irles.

José María, junto con Javier y Patricia, ha superado todo tipo de vicisitudes. Por eso escucharlo resulta de gran utilidad para entender las penurias por las que ha atravesado el sector agrario alicantino, en especial los regantes del sur de la provincia.

«Antes dependíamos solo de los embalses del Hondo, fue el trasvase Tajo-Segura lo que nos dio vida a toda la zona sur de la provincia de Alicante»

«Antes dependíamos solamente del Hondo, los embalses situados entre Elche y Crevillent, que se nutrían de aguas del río Segura y avenamientos de la Vega Baja. Fue el trasvase Tajo Segura lo que nos dio vida a toda la zona sur de la provincia de Alicante», relata.

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La preocupación de José María ahora es doble: por un lado, desconoce cuándo podrá volver a contar con agua del trasvase Tajo-Segura, ni si llegará en las mismas cantidades de los últimos años; por otro, los precios del recurso y de todas las materias primas no paran de crecer desde hace más de un año y medio.

Subida generalizada de costes

«No solo es el agua. Se han encarecido los fertilizantes, fungicidas, plásticos, maderas, corchos, toda la materia prima de la agricultura», alerta. Y, para colmo, desde el pasado 1 de octubre, como consecuencia del incremento de precio de la energía, el agua de riego ha pasado de costar 22 céntimos el metro cúbico a 61 céntimos: «Es casi el triple. Si a ello le sumas la subida generalizada de costes, al final habrá cultivos que dejarán de producirse».

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En el caso de la empresa ilicitana supone, por ejemplo, que este año se haya cultivado la mitad de alcachofa que en 2021, es decir, 10 hectáreas frente a las 20 anteriores. Esta realidad se extiende a muchos otros productores agrícolas alicantinos, lo que repercute negativamente en las cifras de ocupación y de facturación.

El futuro no pinta nada halagüeño. De hecho, José María advierte de que sin agua habrá que decir adiós al preciado producto de proximidad. «Si, como parece, llegamos a acumular seis meses sin caudales del Tajo-Segura, tendremos que recurrir a la desaladora de Torrevieja, con lo cual los costes energéticos se disparan», razona.

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Desde Castilla-La Mancha se esgrime con cierta frecuencia el argumento de que en el Sureste español se derrocha agua pese a que los recursos son escasos. Para el máximo responsable de Semiflor, esta idea carece de fundamento: «Prácticamente todo el riego se hace por goteo o aspersion, y se aprovechan todas las aguas de las depuradoras y desaladoras cuando fallan el resto de alternativas», expone.

En cuanto al caudal proveniente de las plantas desaladoras, indica que la calidad para uso agrícola es adecuada, si bien recuerda que energéticamente resulta más costoso que el trasvase. «Los agricultores entendemos que si no llueve en España, no hay agua, y debemos explotar todas las vías existentes», comenta José María.

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Sin embargo, existe una segunda cuestión, que tiene que ver con la política, como recalca el ingeniero agrícola ilicitano. «Entre comunidades no nos aclaramos. Preferimos ver agua en abundancia en una región que cederla a otra. Nosotros aprovechamos hasta el último recurso de agua, incluyendo las depuradas urbanas, pero el principal tiene que ser el Tajo-Segura», reflexiona.

La situación de escasez hídrica ha llevado a Riegos de Levante a plantearse la ejecución de una desaladora para aprovechar parte del agua embalsada en el Hondo. En concreto, en la charca de Levante, que ofrece una calidad media, según expone José María. Además, se está valorando muy seriamente la posibilidad de desarrollar un importante proyecto de placas solares para abaratar los costes energéticos por metro cúbico de agua.

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No obstante, estas representan apuestas de futuro emanadas directamente del sector agrícola provincial. Para hallar verdaderas soluciones, a juicio de José María Irles, el Gobierno debería potenciar la ejecución de infraestructuras. «Nos tienen que ayudar mucho para hacer viable que el agua se pueda almacenar durante el verano, cuando escasea y más la necesitamos. Faltan pantanos, canalizaciones y capacidad de depuración de las aguas», advierte.

Problemas en privamera y verano

Entre los efectos más preocupantes de la pobreza de recursos hídricos para el campo, destaca el abandono cultivos. «Tendremos problemas en primavera y verano. Cultivos como el melón, la sandía, el tomate o el pimiento se resentirán. No habrá en nuestra zona, tendremos que importarlo y, por tanto, no será de kilómetro cero», recalca el representante de Semiflor.

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Esta situación inevitablemente repercutirá también en el empleo, puesto que se recurrirá a menos mano de obra. Y, por otra parte, existe un problema añadido vinculado con la normativa agroalimentaria. «Vienen productos de Irak, Argelia o Marruecos, por ejemplo, en los que se utilizan plaguicidas que aquí no se permiten y allí sí. A nosotros Bruselas nos obliga a eliminar un montón de productos químicos y después deja importar de terceros países. Ocurre a diario. Químicos que aquí se dejaron de utilizar hace 10, 15, 20 años se siguen usando en otros países, y esos productos están entrando aquí. Es un problema muy grave», argumenta.

El responsable de Semiflor también hace hincapié en una problemática que afecta de lleno al sector: la venta por debajo del precio de coste. Relata que es una práctica relativamente habitual que, en su opinión, el Gobierno debería atajar con contundencia introduciendo controles y regulaciones para la actividad agrícola, la distribución y los puntos de venta, sobre todo en grandes superficies.

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