
La historia no solo merece ser recordada, sino que también cabe preservarla y restaurarla. Alicante cuenta con un vasto patrimonio cultural y arquitectónico que nos permite revivir épocas pasadas. Algunos de estos elementos centenarios lucen con luz propia, pero otros están sometidos al peor de los ostracismos: el olvido y la degradación.
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Existen palacios, conventos, castillos o torres de vigía que son esenciales para entender la historia alicantina, pero cuya restauración ni está, y en algunos casos ni se la espera. Para poner negro sobre blanco esta realidad, la asociación Hispania Nostra puso en marcha en 2007 su denominada Lista Roja, que hace visibles todos aquellos bienes en riesgo de desaparición.
Este listado (que se enriquece con denuncias sociales, las cuales son analizadas por el comité científico de la asociación), incluye 21 elementos patrimoniales repartidos por la provincia de Alicante. Orihuela lidera la lista con siete, incluidas iglesias, castillos y alquerías. También hay desde molinos con medio siglo de antigüedad que conservan su maquinaria, hasta torres de vigilancia costera construidas ante la amenaza de los barcos otomanos. A continuación se pueden consultar todos los ítems de la lista.
La Casa Geralda fue una mansión señorial que data de la primera mitad del siglo XIX. Posteriormente, llegó a ser albergue de esclavos de Cuba y refugio de monjas durante la Guerra Civil. Se contemplaron varios proyectos para que pudiera ser sede universitaria, un centro de día o incluso centro del Consejo Regulador del Turrón, pero nunca llegaron a materializarse. Lleva décadas totalmente aislado por vallas.
Esta torre vigía tiene su origen a mediados del siglo XVI, en el marco de un proyecto estatal de vigilancia del Mediterráneo en el que se construyeron cientos de puestos de vigilancia desde el sur de Francia hasta Trafalgar ante la amenaza del Imperio Otomano para las costas mediterráneas. En la actualidad muestra un estado ruinoso fruto de diversos actos vandálicos, tales como pintadas, o pequeñas hogueras en su interior.
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Se trata de la primera edificación religiosa que tuvo El Campello, datada a finales del siglo XVIII. El abandono ha supuesto el progresivo deterioro, cayéndose parte de la cúpula en 2019, algo que obligó al ayuntamiento a apuntalarla para evitar su pérdida total y definitiva.
Los restos de la antigua casa-torre El Ciprés se ubican en el margen este del actual camino de la Playa de San Juan. Su conjunto está formado por una torre de vigilancia costera, una capilla y una casa. El deterioro progresivo de ambas construcciones ha sido acelerado por el vandalismo, siendo escenario también de varios incendios.
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Se trata de uno de los molinos más antiguos que hay en la cuenca del río Monnegre. Fue construido durante el siglo XVI y no dejó de moler hasta 1953. Según parece, recibe el nombre de nou (nuevo o noveno), porque era el noveno molino, tanto si se contaban desde el pantano. Aunque se encuentra en mal estado, el hecho de que conserve maquinaria lo hace en cierta manera excepcional, ya que no es corriente encontrarla.
Las torres defensivas de la provincia alicantina se construyeron entre los siglos XVI y XVII por orden del rey Carlos I para salvaguardar la costa de las incursiones de piratas y berberiscos. Hay algunas que subsisten en buen estado por haber sido restauradas, pero otras están abandonadas, arruinadas o rodeadas de edificaciones modernas que incumplen su perímetro de protección.
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Las murallas renacentistas de Altea fueron construidas tras la expulsión de los moriscos en 1609, y sus restos se han visto mermados por el desarrollo urbanístico de la ciudad con el paso de los años. La parte norte está prácticamente completa, y la este se encuentra en un estado recuperable. Se conservan los restos del baluarte del castillo en la esquina de la plaza. Lo que sí que han desaparecido son sus elementos singulares como el castillo, la Casa de la Señoría, y la Casa del Consell i Presó.
Está situado en la partida Pinella, en la Xara (Dénia). Se trata de un riurau, un histórico tipo de edificio destinado a albergar los cañizos llenos de uva moscatel en su proceso de conversión en pasas. Su estado actual es crítico, con la cubierta del riurau derrumbada en parte.
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Esta ermita del siglo XVIII está situada en el Pla de Petracos, en el cruce con la carretera que conecta con Vall d'Ebo. En torno a 1870 se recaudaron fondos para culminar su construcción, pero estos fueron robados y la ermita quedó abandonada.
Situado a orillas del Vinalopó, este caserón eldense se remonta al menos al siglo XVII. En su momento fue el centro de una extensa explotación agrícola, en su mayoría olivarera, y ahora se halla cercado por el polígono industrial. Junto a la casa se encuentra un emblemático pozo de nieve de planta rectangular, con capacidad para unos 92.000 kilos, también abandonado y en ruina.
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La colonia comenzó a construirse a finales del siglo XIX, formada por casas de trabajadores, una gran fábrica de harinas y otra de alcohol, así como el palacio de los condes, un teatro, un economato, un casino, una hospedería, y una estación de ferrocarril. Desde su construcción y hasta aproximadamente 1925, la colonia tuvo una gran importancia económica. A partir de esa fecha comenzó su lenta decadencia, que se vio acelerada por la guerra civil.
El monasterio fue construido en el siglo XVI a partir de la antigua Ermita de Nuestra Señora de Montserrat. Desde finales de 1990, cuando dejó de ser propiedad particular y fue adquirido por el Ayuntamiento, ya no se permite el acceso al interior del edificio. En los últimos años se han presentado diversos proyectos de rehabilitación para convertir el monasterio en un museo, archivo histórico, sede universitaria o pinacoteca, sin que se haya materializado ninguno.
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Construido en la primera mitad del siglo XX, el taller llegó a emplear simultáneamente hasta 20 personas, lo cual evidencia la repercusión económica que llegó a adquirir entre la población de Beneixama. Las sucesivas gotas frías que han azotado el territorio han acelerado su deterioro iniciado con el fin de la actividad laboral del taller.
Su construcción data de 1970 y fue pensada como una reedificación de una iglesia existente en ese mismo lugar. Lleva más de una década cerrada al culto, con una fachada inacabada y torres en mal estado debido al terremoto de 1829. Se trata del templo con mayor capacidad de Orihuela, y también destaca por su monumentalidad y por preservar la caja de su órgano barroco. Actualmente, se encuentra abandonada y en lamentable estado de conservación.
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La Iglesia parroquial de las Santas Justa y Rufina de Orihuela es un templo católico que sufrió grandes daños durante la Guerra Civil. Su retablo mayor fue quemado, así como la mayoría de las capillas y mobiliario. El edificio fue declarado Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural en 1971, y en la actualidad pertenece a la Diócesis de Orihuela-Alicante. Su Capilla de la Comunión corre peligro de derrumbe, y además, sufre importantes grietas en su cúpula, por lo que se han colocado andamios y puntales para impedir su caída.
Su construcción data de 1916, y en 1981 fue adquirida por el Ayuntamiento de Orihuela para su conservación y para dotarla de carácter social y cultural. Se llegó a instalar en el Palacio la Oficina Municipal de Turismo, el cual ocupó hasta 2008 en que tuvo que abandonar el inmueble por su mal estado.
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Constan referencias de que ya estaba construido en 859, época en que fue tomado por los normandos. La degradación de los restos del Castillo y de su muralla ha ido en aumento, debido a las inclemencias meteorológicas, el paso del tiempo y la acción del hombre.
El complejo data de finales del siglo XIX y apenas estaría unos años en funcionamiento. Se trata de un elemento único, puesto que tiene uno de los dos hornos de calcinación de cinabrio de estilo Bustamante que se conservan actualmente en el mundo. El complejo tiene pendiente su declaración como BIC, después de que la propuesta fuera aprobada en el pleno del consistorio oriolano.
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Es uno de los últimos molinos oriolanos que todavía quedan en pie. Su construcción en el antiguo cauce del río Segura es de finales del XIX y principios del XX, y aunque originariamente fue construido como molino harinero, fue transformado después en fábrica de luz. Las cubiertas y fachada del molino que está junto al río amenazan con derrumbarse, y su mobiliario ha sido saqueado con el paso de los años.
Esta alquería oriolana es única por su antigüedad, que según algunos estudios data de finales del siglo XV. En la segunda mitad del siglo XX, dada su localización en una vía estratégica para su tiempo, se colocó un icónico cartel de azulejos del abono Nitrato de Chile que aún se puede ver en su fachada. La mitad oriental del edificio se encuentra en estado ruinoso, mientras que la otra parte está siendo rehabilitada por los propietarios.
La Casa y Torre de los Balcones es uno de los pocos vestigios de casa solariega agrícola del siglo XVIII que quedan en el litoral de la Vega Baja. Su actual estado de conservación es pésimo, lo que ha obligado a apuntalar su fachada para evitar el derrumbe.
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