Muere a los 81 años Maruja Sánchez, la tránsfuga que catapultó la carrera política de Zaplana

Nicolás Van Looy

Benidorm

Viernes, 2 de junio 2023, 12:17

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El nombre de María Sánchez no tiene nada de particular. En España hay más 568.000 mujeres que se llaman María y más de 1,6 millones de 'Sánchez'. Tampoco tiene nada de particular el nombre de Maruja Sánchez (que es lo mismo), si no fuese porque una de ellas, la de Benidorm, fue la gran protagonista de uno de los grandes culebrones políticos de principios de la década de los 90. Maruja Sánchez, la de Benidorm, fue la mujer que cambió para siempre el panorama político de la capital turística de la Comunitat Valenciana, de la región y, quién sabe, de toda España. Maruja Sánchez murió el pasado día 26 de mayo en Benidorm a los 81 años, justo, caprichos del destino, 32 años después de que su historia más mediática escribiera su primer renglón.

Maruja Sánchez no fue la primera ni fue la última, pero en 1991 se convirtió en la tránsfuga más famosa y buscada de España. El día 26 de mayo de aquel año España, como hace sólo unos días, había sido convocada a las urnas para celebrar las cuartas elecciones municipales de la democracia. En Benidorm, aquel día, Manuel Catalán Chana, cabeza de lista del PSOE, consiguió su tercer mandato consecutivo.

El político socialista, reconvertido tres décadas después en aspirante a cantante melódico, superó por sólo un concejal al recién refundado Partido Popular de un jovencísimo y semidesconocido Eduardo Zaplana. Tras el pleno de delegación de funciones, Bienestar Social recayó en María (Maruja) Sánchez, una conocida profesora de baile sin pasado político conocido que había sido uno de esos fichajes que de vez en cuando hacen los partidos para ampliar su base electoral.

El clima estaba por aquel entonces muy enrarecido. Como ahora, la sombra de lo nacional planeaba ya sobre lo local y en la Comunitat Valenciana, con Joan Lerma a la cabeza, el PSPV-PSOE conseguía la que sería su última mayoría absoluta en Les Corts.

En otoño de ese mismo año, saltó la bomba. Maruja Sánchez desapareció del mapa político y físico. Literalmente. Fue el 16 de octubre cuando Sánchez, que decía que el ambiente dentro de su grupo político era hostil hacia su persona, se dio de baja del Grupo Municipal Socialista… pero no entregó su acta de concejal. La mayoría de Catalán Chana, once concejales frente a los diez de Zaplana, pendía de un hilo.

Comenzó entonces un episodio que podría ser el resultado de una novela de espías de John le Carré si el británico hubiese sido poseído por lo más florido del esperpento, la tragicomedia y el costumbrismo patrio. Damián Giménez la subió a un coche y ambos recorrieron –siempre se ha dicho que supuestamente a gastos del PP– toda la geografía española huyendo del acoso de sus excompañeros socialistas y de la prensa, que se olían, en ambos casos, el final de la historia.

Regresó Sánchez a la Marina Baixa y se encerró, sin que nadie lo supiese, en el chalé de María del Carmen Espasa (esposa de Damián Giménez) en Callosa d'en Sarrià, un 'zulo' de oro del que salió el día 24 de octubre con todo atado y bien atado tras largas horas de negociación con Eduardo Zaplana y Vicente Pérez Devesa para dar carpetazo a la etapa socialista en la alcaldía de Benidorm y colocar en ella al cartagenero mediante una moción de censura que él y todo su grupo había registrado sólo 48 horas antes.

Un mes después, el 22 de noviembre, Maruja Sánchez salía del consistorio rodeada de seguridad mientras que decenas de simpatizantes socialistas intentaban agredirla pocos minutos después de que su voto le diera la alcaldía a Eduardo Zaplana.

Sánchez acabó aquel mandato como lo empezó: al frente de Bienestar Social. Luego, nunca más aparecería en una lista electoral, pero tampoco desapareció de la vida pública. Su movimiento fue debidamente recompensado por los sucesivos gobiernos 'populares', ya con Zaplana en Valencia y Madrid y Pérez Devesa con la vara de mando de Benidorm. Década y media después de aquello, Sánchez salió por última vez del despacho que ocupó en la plaza de toros de la ciudad como asesora municipal sin que jamás nadie supiera especificar sobre qué asesoraba o cuál era su trabajo.

Desde su jubilación, la concejala que pulsó el botón rojo del lanzamiento de la carrera política de Eduardo Zaplana, con todas las derivadas que aquello pudo tener en la política autonómica y nacional de los 90 y la primera mitad de los 2000, tuvo una vida alejada de cualquier foco mediático.

Benidorm crecía en población gracias a la llegada de nuevos vecinos procedentes de muchos lugares de España y Europa. Los que en 1991 eran niños o jóvenes iban ocupando el puesto de sus padres en lo privado y en lo público. Los socialistas volvieron al poder –mediante otra moción de censura– y los 'populares' hicieron lo propio años después. Y todos olvidaron –o nunca conocieron– la historia de Maruja Sánchez.

El pasado 26 de mayo, exactamente 32 años después de escribir las primeras palabras del episodio que la hará pasar a la historia de Benidorm y dos días antes de unas elecciones que auparon al PP a una de sus mayorías más absolutas en la ciudad, Maruja Sánchez moría a los 81 años, rodeada de los más íntimos, y sin que casi nadie se enterara fuera de su círculo hasta muchos días después.