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Imagen de los restos del pueblo fantasma en el parque natural del Montgó. Tino Calvo

Un pueblo fantasma en un parque natural de Alicante

El Ayuntamiento de Dénia y la Generalitat no consiguen desbloquear el embrollo urbanístico que afecta a la urbanización levantada hace medio siglo en el paraje protegido del Montgó

Lunes, 27 de febrero 2023

Casi medio siglo después de que las líneas trazadas sobre unos planos comenzaran a tomar forma con la promesa de convertirse en una de las mayores promociones inmobiliarias de la Marina Alta, la Urbanización El Greco de Dénia se ha convertido en un auténtico pueblo fantasma en el corazón del Parc Natural del Montgó. En eso y en lo que hoy en día y coloquialmente se denomina 'marronazo' político para todas las administraciones implicadas, que no se ponen de acuerdo en cómo hacer lo que todas coinciden en que hay que hacer: borrarlo del mapa.

De aquella gran promesa de prosperidad sólo queda, en lo alto de la Lloma del Castanyar, un esqueleto feo, lleno de basura, grafitis y frecuentado por okupas y por jóvenes que quieren poner a prueba su valentía –o su inconsciencia– enfrentándose con nocturnidad a las múltiples leyendas urbanas e historias de miedo y fantasmas que han ido surgiendo a su alrededor.

Medio siglo después de que se concediera la licencia para su construcción –y 36 años después de que se declarara el paraje como zona protegida en 1987–, las 111 viviendas que comenzaron a levantarse (de las algo más de 600 previstas) siguen tal y como estaban el día que los obreros dejaron de poner ladrillo sobre ladrillo. Ninguna está terminada y los únicos avances que han experimentado son los lógicos derivados del paso del tiempo. Avances hacia la degradación.

Más de medio millón cuesta derribarlo

Fue en 1999 cuando el TSJ de la Comunitat Valenciana dio definitivamente por extinguido el permiso de obra dando, de esa manera, luz verde a su demolición. Pasaría casi una década hasta que en abril de 2008 la Conselleria de Medio Ambiente ordenara su demolición, pero los costes de derribo son astronómicos y se han cifrado en algo más de medio millón de euros.

Y ahí, como siempre que se habla de dinero y de quién tiene que pagar, es donde el tren de las buenas intenciones descarrila. En un principio, era la promotora de la urbanización –de nacionalidad suiza y que recibió el visto bueno para su construcción en 1973– la que tenía que pagar el derribo y, en caso de que esta no lo hiciera, la pelota pasaría al tejado del ayuntamiento de Dénia y al de la Conselleria de Medio Ambiente, sucesivamente. Décadas después y unos por otros, la pelota sigue rebotando de teja en teja.

Ya en 2008, con el PP gobernando en la Generalitat, la Conselleria se puso de perfil y el Ayuntamiento hizo lo propio asegurando, en su caso, que no disponía de esa cantidad de dinero para demoler la Urbanización El Greco. El Consistorio buscó a la promotora en Ginebra, pero aquella, como un hielo flotando en el licor homónimo, había desaparecido sin dejar rastro.

Un peligro para los que lo visitan

Grafitis en los restos de la urbanización El Greco. Tino Calvo

Lo cierto es que más allá del impacto visual y medioambiental que supone tener en pleno Parc Natural del Montgó este sinsentido urbanístico durante medio siglo, las asociaciones de defensa de la naturaleza como Acción Ecologista Agró La Marina ponen el foco en el gran peligro que supone el estado ruinoso de los restos de la Urbanización El Greco para toda esa gente que lo visita.

Alertan los ecologistas de la precaria seguridad estructural de los esqueletos de esas 111 viviendas a medio construir (o destruir) y que, por lo tanto, tanto los jóvenes que acuden a ellas atraídos por las historias de terror nocturno como los muchos grafiteros que han encontrado un lienzo perfecto en sus paredes, se exponen a derrumbes inesperados que podrían acabar en accidentes con consecuencias muy graves.

Por ello, y también por el impacto medioambiental que supone la perseverancia en el tiempo de este pueblo fantasma, siguen insistiendo en la absoluta necesidad de proceder a su derribo aunque, pasado tanto tiempo y después de tantas idas y venidas del expediente de unas administraciones a otras, ya nadie sepa señalar de forma concreta a un responsable para proceder a esos trabajos de demolición.

Aunque ahora mismo no es algo que esté sobre la mesa, los ecologistas no descartan que, llegado el momento, la cuestión pueda volver a judicializarse para que sea la Justicia la que, de una forma u otra, determine quién debe de hacerse cargo de esos trabajos y así, de una vez por todas, se acabe con una historia de medio siglo que, por desgracia, tiene toda la pinta de que se demorará varios años más en el tiempo antes de ser solucionada.

Conversaciones sin acuerdos concretos

Parte de la estructura de El Greco en pleno corazón del parque natura.l Tino Calvo

La concejala de Medio Ambiente de Dénia, M.ª Josep Ripoll, reconoce que todo lo relativo a la urbanización «es un tema muy antiguo» y recuerdao que «el Ayuntamiento llegó a instar a incoar un expediente de restablecimiento de la legalidad para poder demoler lo que hay allí. El responsable de ello es el promotor, pero han pasado tantos años que la empresa ha desaparecido».

Por ello, y debido a que ahora son el propio Consistorio y la Generalitat Valenciana los que deben encontrar una solución, Ripoll explica que «ya hemos tenido algunas reuniones con la Conselleria y hemos estado dialogando para ver cómo se puede acometer esta cuestión, pero la complejidad que tiene, más que administrativa, es económica». En cualquier caso, durante esos encuentros «no hemos terminado de cerrar quién hace qué y quién paga qué» y reconoce que «algún día vamos a tener que darle una solución desde las dos administraciones implicadas», pero no ha querido poner un plazo para ello.

La edil de Medio Ambiente asegura, eso sí, que el Ayuntamiento ha tomado las medidas oportunas para evitar que la gente acuda a ese lugar ahora fantasma. «Se trata de un camino que no tiene salida y, por lo tanto, el que va allí ya sabe lo que hace» asegura Ripoll y, por ello, subraya que «el acceso lo cerramos hace años y el que entra ahí sabiendo que el acceso está cerrado, lo hace bajo su responsabilidad».

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