Benalúa cierra el año reclamando su centro social

La asociación vecinal de Benalúa-El Templete despiden el 2024 igual que lo iniciaron, manifestándose como cada sábado en la plaza Navarro Rodrigo del tradicional barrio alicantino. Un fin de semana más, y con este que pone fin al año ya van 70, los vecinos de la zona claman por un centro social, una promesa histórica a uno de los barrios más envejecidos de Alicante.

En la plaza está Lolita, con sus 99 años, pero también Ernest Gil, el presidente de la asociación vecinal y uno de los que siempre están al pie del cañón para reclamar esta dotación municipal. «Solo reclamamos que nos den información real, solo nos cuentan cosas indeterminadas, no hay proyecto, ni plazos, ni financiación», explica el dirigente vecinal.

Una demanda que se repite semana tras semana y año tras año en el barrio y que los vecinos reconocen que este año está en el acuerdo de presupuestos de PP y Vox. «El acuerdo recoge que se iniciarán las gestiones para el centro social entre otros de Benalúa, pero es algo tan etéreo que no sabemos si llegará a concretarse», afirma Gil. Y es que los vecinos llevan al menos desde 1999 esperando la construcción de esta dotación.

El último avance en este aspecto vino el pasado 16 de diciembre, cuando la Junta de Gobierno aprobó el cambio de usos de la parcela en la que se pretende construir un edificio de viviendas intergeneracionales, al estilo del de la plaza de América. Este espacio también contará con un uso dotacional que el equipo de gobierno no descartó que pudiera ser el centro social.

Sin embargo, los vecinos son escépticos. «Hasta que no veamos en la parcela el cartel con el nombre del arquitecto, la financiación y los plazos de construcción no creeremos que vaya a ser una realidad, de momento solo son anuncios», explica Gil. El presidente insiste en que hacen falta espacios sociales en el barrio que cumplan las funciones de un centro social, pero también un centro de día, biblioteca para los estudiantes y otros servicios que no sabe si cabrán en el futuro edificio de viviendas intergeneracionales.

«No nos vamos a callar ni vamos a claudicar, porque lo que demandamos es de justicia y de una discriminación que no sabemos ni como se atreven a seguir manteniendo», concluye Gil.

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